Comentarios culturales de un antiguo refugiado chileno de Valparaiso, ahora en Francia, Montpellier y como muchos otros, viviendo de milagritos...
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20 marzo, 2007

Nikola Tesla

Nikola Tesla nació a las doce de la noche del 9 de julio de 1856 en la provincia de Lika, una región montañosa de la Península Balcánica perteneciente al Imperio Austro-Húngaro, en lo que hoy es Croacia.

Por.- Conti González Báez (Grupo Radio Centro).

Sus padres eran de origen serbio. El padre, Milutin Tesla, era un Pastor de la Iglesia Ortodoxa, severo pero cariñoso, quien además era un dotado escritor y poeta. La madre, Djuka, que era analfabeta, poseía una sorprendente memoria que le permitía recitar al pie de la letra volúmenes completos de poesía clásica europea y largos pasajes de la Biblia. También tenía gran talento para crear herramientas y aparatos que la ayudaran con las responsabilidades de la casa y la granja familiar, como un batidor de huevos mecánico. Tesla decía que todos sus instintos inventivos los había heredado de su madre.

A la edad de cinco años, Niko construyó un pequeño molino de viento muy particular, ya que era liso, sin palas, y giraba con suavidad en la corriente. También inventó un motor propulsado por insectos.

Desde muy temprana edad, se sumergía en la biblioteca de su padre. Como éste le escondiera las velas para que no leyera de noche, el niño hizo unos moldes de latón y fabricó sus propias velones. Nada podía detener su pasión por la lectura. Tenía una memoria prodigiosa; todo cuanto leía quedaba grabado y ordenado en su mente. Le apasionaban la ciencia y la técnica, pero en Smiljan, la aldea rural donde vivía, la disponibilidad de libros se agotó rápidamente. Los suplió con su portentosa imaginación.

Nikola Tesla empezó su educación en casa y posteriormente asistió a una escuela en Carldstadt, Croacia, siendo un excelente estudiante, con gran facilidad para los idiomas y las matemáticas. Como era capaz de realizar cálculo integral mentalmente, sus maestros lo sometían a diversas pruebas para comprobar que no hacía trampa en los exámenes.

Un día el joven Niko vio un grabado de las cataratas del Niágara. En su imaginación, ahí apareció una gran rueda que giraba con el impulso de las aguas de la poderosa cascada. Le comentó a un tío que un día iría a América para capturar la energía de esa manera. Algunos años más tarde, hizo exactamente eso.

Era un adolescente solitario que vagaba por los montes envuelto en el ensueño de máquinas y de fórmulas. En los años iniciales de su vida, su salud fue bastante mala y sus padres pensaron en hacerle seguir la carrera eclesiástica, pues en el seminario sería bien atendido. Nikola tenía otra idea.

Era tremendamente persuasivo y cuando contrajo cólera a los diecisiete años, logró obtener una importante concesión de su padre: las promesa de que si sobrevivía, le permitiría estudiar ingeniería. El sueño de Tesla se convirtió en realidad.

Niko abandonó su Croacia natal y marchó a Austria, en cuya Escuela Politécnica de Graz pudo observar uno de los prodigios de la nueva era: un flamante motor de corriente continua. Quedó deslumbrado, aunque no dejó de notar que sus escobillas producían un gran chisporroteo. Sugirió a su profesor eliminar las escobillas y utilizar la corriente alterna. El docto profesor le contestó que eso era imposible; jamás podría funcionar un motor con corriente alterna. Tesla no quedó convencido.

El joven se instaló en Praga, donde prosiguió sus estudios, que debió interrumpir porque implicaban un gasto que su familia no podía afrontar. Se trasladó a Budapest, donde se empleó en una subsidiaria de la compañía telefónica de Edison. Nunca dejó de estudiar la posibilidad de un motor accionado por corriente alterna.

Un buen día, hallándose en un parque, tomó una ramita y comenzó a dibujar en la arena. A medida que avanzaba en el dibujo, se enfervorizaba de tal manera que corría de uno a otro extremo del diagrama, emitiendo extraños sonidos y enunciando herméticas fórmulas. Ni advirtió siquiera que se había reunido en torno suyo una multitud asombrada y divertida por sus movimientos y exclamaciones. Al fin, jadeante y sudoroso, contempló su invención: el motor polifásico de corriente alterna.

Corrió a su modesto taller y se dio a la tarea de fabricar una unidad experimental, que funcionó tal como lo había imaginado. Pero no obtuvo apoyo económico para su producción en ningún país europeo, por lo que pidió a Charles Batchelor, uno de los asociados de Thomas Alva Edison en Europa, que le escribiera una carta de presentación para el inventor y se puso en camino hacia los Estados Unidos.

Mal inició su viaje a los Estados Unidos el joven Nikola Tesla, pues le robaron la cartera y con ella el boleto del tren que debía conducirle al puerto y el del buque que debía conducirle a Nueva York. Pero era terco y convenció al inspector ferroviario y al capitán de la nave para que lo dejaran viajar sin pagar pasaje.

Desembarcó en Nueva York con cuatro centavos de dólar en el bolsillo y corrió a entrevistarse con su héroe. Éste leyó la carta de recomendación, que decía: "Mi estimado Edison: Conozco dos grandes hombres y usted es uno de ellos. El otro es este joven."

Edison le escuchó describir el trabajo de ingeniería que había realizado y sus planes para un motor de corriente alterna. Le dijo claramente que ésta era extremadamente peligrosa, que jamás podría ser utilizada para iluminar ciudades o para hacer funcionar motores. Sin embargo, había algo diferente en Tesla que llevó a Edison a contratarlo para mejorar los dínamos y motores en sus plantas de generación de corriente continua, prometiéndole 50,000 dólares si lo lograba, quizá pensando que era imposible.

Esa cifra motivó poderosamente al pobre inmigrante, quien se puso a trabajar con entusiasmo, durmiendo tan sólo dos o tres horas diarias. Varios meses después, Tesla anunció que había terminado su trabajo, lo que sorprendió a Edison, quien le explicó que la oferta de los 50,000 dólares había sido hecha en broma. Le dijo a Tesla que debía aprender a apreciar "un chiste americano", lo que enfureció al joven, quien de inmediato renunció.

Pronto se corrió la voz de que un extranjero con un talento inusual estaba cavando zanjas para sobrevivir. Algunos inversionistas creyeron en Tesla y lo apoyaron en el desarrollo de todos los componentes del sistema de generación y transmisión de energía eléctrica con corriente alterna, que es usado universalmente hasta nuestros días.

Tesla ignoraba que Edison había pedido al Congreso que sancionara una ley que prohibiera el uso de la corriente alterna, por su elevadísimo voltaje. Además, la corriente alterna tenía mala prensa, porque era utilizada para la nueva silla eléctrica.

Tesla no era alguien que se descorazonara fácilmente. Ofreció una demostración teatral de la inocuidad de su sistema: se hizo pasar corriente alterna por el cuerpo, para encender focos. Ganó la partida. Cuando se inauguró la Exposición Universal de Chicago en 1893, se encendieron 50,000 lámparas eléctricas utilizando el sistema inventado por él. Nikola Tesla llegaba al triunfo, la celebridad y la riqueza a los 37 años de edad.

La corriente alterna ofrecía indiscutibles ventajas, ya que enormes cantidades de corriente podían ser transportadas a grandes distancias por medio de delgados cables, mientras que la corriente directa no, ya que ésta necesitaba de plantas eléctricas por cada milla cuadrada para lograr esto.

Tres años más tarde, iluminó la ciudad de Búffalo con corriente alterna. Los generadores estaban instalados en las cataratas del Niágara y la energía era transmitida a una distancia de 35 kilómetros, sin riesgo alguno para los seres humanos o los animales.

Uno de los miembros de la Comisión que escogió la corriente alterna de Tesla sobre la corriente continua de Edison fue el famoso físico británico Lord Kelvin, que había sido convencido al ver los resultados de la Exposición Universal de Chicago. A partir de entonces, fue adoptada la corriente alterna en todo el país y Edison tuvo que cambiar sus sistemas.

Sus cuatro centavos originales pudieron haberse multiplicado fantásticamente, pero el inventor fue un pésimo negociante. Le faltó el genio comercial de Edison o de George Westinghouse, quien se hizo inmensamente rico con las patentes de dínamos, generadores, transformadores y motores que adquirió a Tesla.

Debido a la llamada "Guerra de las Corrientes", la Compañía Eléctrica Westinghouse pasó por serias dificultades económicas, por lo que pidió al inventor que modificara el contrato, que le daba generosas regalías. En un magnánimo gesto, Tesla rompió el contrato, ya que estaba agradecido con el hombre que había creído en su invento y tenía la seguridad de que vendrían mayores invenciones. Así, salvó a la empresa y se quedó con la gloria.

A principios del siglo pasado, Nikola Tesla era conocido y respetado en los círculos académicos de todo el mundo, era consultado en todo lo relacionado con la electricidad y fue adoptado por la alta sociedad de Nueva York. Contaba entre sus amigos a importantes artistas como el escritor Mark Twain y el pianista Ignace Paderewski. Recibió en esa época docenas de grados honorarios y reconocimientos.

Le gustaba dar elegantes cenas en el Hotel Waldorf Astoria, supervisando personalmente la cocina y luego invitar a sus comensales a visitar su laboratorio, donde les preparaba teatrales demostraciones de sus experimentos.

Se dedicó a explorar la electricidad de alta frecuencia, inspirado por los descubrimientos del inglés Maxwell y del alemán Hertz. Inventó la famosa bobina Tesla, que aún hoy se utiliza en los equipos electrónicos y que convierte la corriente continua de baja tensión en corriente alterna de voltaje muy alto.

Con las altas frecuencias, desarrolló algunos de los primeras iluminaciones fluorescentes y de neón. En una exhibición, moldeó tubos de vidrio con los nombres de renombrados científicos especialmente invitados para esa oportunidad, que eran el antecedente de los actuales anuncios de neón.

Tesla fue el primero en observar los rayos catódicos, los rayos X, las radiaciones ultravioletas y en estudiar los efectos terapéuticos de las corrientes de alta frecuencia sobre el cuerpo humano.

Sin embargo, estos descubrimientos palidecieron comparados con el que realizó en 1890, cuando iluminó un tubo vacío sin cable alguno, habiendo transmitido la energía por el aire. Este fue el inicio de la obsesión de la vida de Nikola Tesla, la transmisión de energía inalámbrica.

Con su nuevas bobinas, el inventor descubrió que podía transmitir y recibir poderosas señales de radio cuando estaban sintonizadas para resonar a la misma frecuencia. En 1895, estaba listo para transmitir una señal a 80 Kilómetros de distancia, de Nueva York a West Point, pero un incendio consumió su laboratorio, destruyendo su trabajo.

Esto no pudo suceder en peor momento, ya que en Inglaterra, el joven italiano Guglielmo Marconi estaba experimentando con la transmisión de telegrafía inalámbrica, aunque se decía que su telégrafo no podía transmitir ni a través de un estanque. Más tarde, Marconi realizó demostraciones de larga distancia, usando un oscilador de Tesla para transmitir señales a través del Canal de la Mancha.

Tesla registró su propia patente de la radio en 1897, la cual le fue concedida en 1900. Ese mismo año, Marconi solicitó su primera patente en los Estados Unidos, siendo rechazada debido a que fue considerada una copia de la patente de Tesla.

Una nota más dice que la radio de Marconi solo transmitía señales, mientras que Tesla describía la transmisión de voz ¡y de imágenes!, para lo cual diseñó y patentó después artefactos que evolucionaron en las fuentes de poder que operan actualmente en nuestros televisores. Sin embargo, ninguna patente está verdaderamente segura.

El italiano formó la Compañía Telegráfica Inalámbrica Marconi, cuyas acciones subieron gracias a las conexiones de su familia con la aristocracia británica. Edison invirtió en la compañía y se convirtió en ingeniero consultor de Marconi, quien el 12 de diciembre de 1901 logró por primera vez transmitir y recibir señales a través del Océano Atlántico.

Otis Pond, un ingeniero que trabajaba con Tesla, le comentó que parecía que Marconi estaba tomando la delantera, a lo que Nikola replicó: "Marconi es una buena persona. Dejémoslo continuar. Está utilizando 17 de mis patentes."

Sin embargo, la calmada confianza de Tesla fue hecha añicos en 1904, cuando la Oficina de Patentes de los Estados Unidos de pronto y sorpresivamente dio marcha atrás a sus decisiones previas y otorgó a Marconi una patente por la invención de la radio. Las razones nunca fueron explicadas, pero el poderoso apoyo bancario con el que contaba Marconi sugiere una posible explicación.

Tesla tenía otros problemas en ese momento, pero cuando Marconi ganó el Premio Nobel en 1911, estaba furioso. Demandó a la compañía Marconi, pero no estaba en condiciones financieras de litigar un caso contra una gran corporación.

Fue hasta 1943, unos cuantos meses después de la muerte del inventor, cuando la Suprema Corte de Justicia de los Estados Unidos reconoció la patente de la radio de Tesla, por una razón egoísta. La Compañía Marconi estaba demandando al gobierno estadounidense por el uso de sus patentes durante la Primera Guerra Mundial y la Corte evadió la demanda restaurando la prioridad de la patente de Tesla e invalidando la de Marconi.

De cualquier manera y aunque haya sido de forma póstuma, esa decisión sirvió para reconocer a Nikola Tesla como el verdadero inventor de la radio.

Tesla ideó aparatos para capturar la energía del viento y de las mareas. Creó métodos para canalizar la energía geotérmica y para convertir la luz del sol en electricidad.

Inventó el velocímetro de los automóviles y presentó en el Madison Square Garden de Nueva York el primer bote a escala guiado por control remoto, que causó gran admiración, ya que parecía que Tesla lo controlaba con el pensamiento.

También ideó un serpentín, precursor de los circuitos básicos de las computadoras actuales. Sin embargo, sus colegas trataron por todos los medios de ridiculizarlo y rechazar sus ideas de hacer un mundo mejor para todos.

En una ocasión, en su laboratorio de Manhattan logró conseguir la frecuencia de resonancia de la tierra y provocó un pequeño terremoto que se sintió en varias cuadras a la redonda. Descubrió esta resonancia 60 años antes de que la ciencia confirmara sus resultados.

En su laboratorio de Colorado construyó un gigantesco transmisor para demostrar que la Tierra podía usarse como conductor eléctrico. Logró enviar una onda de energía por la atmósfera y recibirla de nuevo. El resultado fue el más grande arco eléctrico producido hasta el día de hoy. El trueno se oyó 35 Kilómetros a la redonda y el tremendo voltaje logró encender 200 lámparas ubicadas a 40 Kilómetros del laboratorio, sin utilizar cables.

Tesla planificó entonces un procedimiento para aprovechar las vibraciones eléctricas naturales de la Tierra y conseguir una energía eléctrica universal y de bajo costo. El magnate de los ferrocarriles, John Pierpoint Morgan, quedó impresionado por los logros del inventor y lo apoyó financieramente para crear un sistema de transmisión de datos a distancia y sin cables que abarcaría todo el planeta.

Morgan, que vio la posibilidad de acceder a un virtual monopolio del sistema de comunicaciones, le dio 150,000 dólares para desarrollar sus inventos y un predio en Long Island, donde instaló un laboratorio y erigió una torre de madera de 45 metros de altura, en la que se instalaría un enorme complejo emisor.

Pero comenzaron a surgir dificultades y una serie de accidentes le dio fama de mala suerte al nuevo laboratorio. El entusiasmo de Morgan iba disminuyendo ante la falta de resultados concretos para exhibir.

La gota que derramó el vaso fue la conversación que tuvo una noche Tesla con el millonario. El inventor, quizá con algunas copas de más, le confesó que el plan de transmisión de comunicaciones era en realidad un proyecto para transmitir electricidad sin costo a los hogares estadounidenses. Al día siguiente, Morgan cortó todo apoyo a Tesla.

Fue la última oportunidad que tuvo para demostrar que era capaz de hacer realidad el proyecto de electricidad gratuita y sin límites, pero todo acabó en la nada.

Tesla afirmó que con su "Sistema Mundial" se hubieran podido transmitir noticias, música y mensajes a todo el planeta por medio de la interconexión de los sistemas existentes de telégrafo, teléfono, los teletipos utilizados para las informaciones bursátiles y otras emisoras de señales. Además, se habría implantado un servicio de navegación universal y un sistema de impresión a distancia.

Otros inversionistas se negaron a apoyar a Tesla debido a la mala prensa que tenía desde que había comentado a un grupo de reporteros que en su laboratorio de Colorado Springs había logrado captar con su "Teslascopio" señales de radio provenientes de un lugar en el espacio, que probablemente fuera el planeta Marte. Los periodistas comenzaron a calificarlo como un científico excéntrico y loco, demasiado predispuesto a la fantasía. Hoy se sabe que fue la primera persona en detectar las ondas de radio del espacio, pero en aquel tiempo la Radioastronomía no estaba desarrollada.

En 1912, Nikola Tesla había rechazado ser nominado para el Premio Nobel de Física porque, según dijo, la academia sueca tendría que habérselo otorgado tres años antes, en 1909, en lugar de dárselo a Guglielmo Marconi.

Durante la Primera Guerra Mundial, el gobierno estadounidense estaba desesperado por conseguir un método para detectar los submarinos alemanes. Tesla propuso emplear la energía de ondas, lo que hoy se conoce como radar, pero Edison, encargado de la investigación, desechó la idea, considerándola ridícula. El mundo tuvo que esperar otros 25 años para que el radar fuera inventado, basado en los principios establecidos por el genial croata.

Tesla recibió en 1917 la Medalla Edison, el más alto honor otorgado por el Instituto Estadounidense de Ingenieros Eléctricos. Era una cachetada para un hombre que había recibido todo tipo de insultos y ataques de este personaje.

Nikola Tesla era tan famoso por sus inventos como por sus extravagancias. Tenía una hermosa estampa, era alto y delgado, extremadamente elegante aunque pasado de moda y misógino recalcitrante. Se mantenía alejado de las mujeres, como si pertenecieran a una exótica especie de insecto transmisor de alguna misteriosa peste. Hoy en día se dice que en realidad era homosexual.

Era un maniático de la higiene. En sus años dorados tenía mesa permanente en el lujoso restaurante Delmonico's, pero no era una mesa cualquiera. Sobre el mantel se veían lineadas una cantidad de servilletas de finísimo lino de Irlanda. Llegaba, se sentaba y comenzaba su ritual: limpiaba con prolijidad quirúrgica las cucharas, los tenedores, los cuchillos, las copas, usando una servilleta para cada tipo de cubierto y de copa. Posteriormente, realizaba cálculos compulsivos sobre el volumen exacto de cada platillo que le servían.

Gran gourmet, con los años fue perdiendo el placer de la mejor cocina y se alimentó exclusivamente con leche hervida y verduras, porque había proclamado la intención de celebrar su centésimo cumpleaños. Odiaba las corrientes de aire y en invierno vivía encerrado en sus habitaciones en un hotel, donde tapaba con cinta adhesiva todos los intersticios por donde pudiese filtrarse un chiflón. El ambiente era sofocante, pues sostenía que la temperatura ideal para el ser humano no debía bajar de los 32 grados Celsius.

En primavera y verano, acudía al Central Park y a la Catedral de San Patricio para dar de comer a las palomas, y en otoño e invierno se hacía llevar al hotel a las aves heridas o enfermas para brindarles personalmente atención médica.

Debido a su tozudez en finalizar todos los proyectos que había iniciado, su sistema nervioso decayó y sufrió un colapso físico total. Sus agotados nervios se estremecían a la vista de la luz solar o ante el ruido del tránsito; no soportaba el zumbido de las moscas o el tic-tac de un reloj en una habitación vecina, ya que esos pequeños ruidos, en su cerebro, retumbaban como una gran explosión.

En la noche del 7 de enero de 1943, falleció en su habitación del Hotel New Yorker de Manhattan, de una trombosis coronaria. Tenía 86 años y se encontraba completamente solo. Nikola Tesla murió en la extrema pobreza, pero interiormente satisfecho consigo mismo.

Antes de que su cuerpo fuera transportado a una funeraria, agentes del FBI entraron en su habitación, violaron la pequeña caja de seguridad y se llevaron todos los papeles que contenía. También desaparecieron de un almacén seis cajas pertenecientes al inventor.

Cientos de personas asistieron a los servicios funerarios de Nikola Tesla en la Catedral de San Juan el Divino. Sus restos fueron incinerados y sus cenizas enviadas posteriormente a su país de origen, en ese tiempo Yugoslavia.

Se recibieron mensajes de todo el mundo lamentando la pérdida de un gran genio. Tres ganadores del Premio Nobel asistieron al funeral y le rindieron tributo como uno de los mayores intelectos del mundo.

Lord Kelvin, el científico británico, dijo acerca del olvidado pionero de la energía eléctrica; "Tesla ha aportado a la ciencia de la electricidad más de lo que cualquier otro había hecho hasta ahora".

Prácticamente todo lo que hoy utiliza electromagnetismo está derivado de sus patentes originales y por eso la unidad internacional de medida de flujo magnético es llamada Tesla en su honor. Sus principios de transmisión inalámbrica de energía son los que utilizamos cotidianamente en un control remoto normal o en un teléfono celular.

Tesla murió con más de 800 patentes registradas y se dice que no registró más que Edison por sus problemas financieros.

Aunque muchos de sus documentos fueron entregados al Museo Tesla de Belgrado en 1952, los que el mes pasado fueron incluidos en la Memoria del Mundo, hasta la fecha gran parte de sus notas y aparatos de sus laboratorios continúan siendo secreto de estado.

Entre sus documentos se encontraba el principio del rayo láser, que fue conseguido hasta 1960, así como los planos de un avión de despegue vertical, que no pudo construir por falta de dinero.

Nikola Tesla tenía completas sus teorías de transmisión de voz, imagen y datos por satélite cuando apenas existían los primeros aviones; imaginaba transmisiones radiales con estaciones que emitirían desde uno a otro confín del planeta; soñaba con cohetes espaciales, predijo que la energía del átomo podría ser utilizada con fines bélicos e imaginó un sistema para la transmisión de fotografías y documentos a gran distancia.

Fracasó en una sola de sus profecías: no llegó a los cien años de edad.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muchas gracias por la biografía, no te imaginas cómo he disfrutado con la lectura..

Desde que empecé a indagar en la vida de Nikolai Tesla intrigado por su "aparición" en Coffe & Cigarretes no he dejado de sentirme cada vez más atraído por su figura y sus ideas... Debió ser una persona simplemente genial...

Qué hay de la explosión de Tunguska (Siberia)? Todo apunta a que no se trata más que de una leyenda, pero no deja de ser una coincidencia sorprendente...

Saludos

Joe el Misterioso dijo...

Gracias por la visita.

Efectivamente un personaje sumamente increible y con proyectos e invenciones dignas de una novela de ciencia y ficcion...

Lastima que no pudiera llevar a cabo todo lo que quiso emprendir.

Ademas estoy seguro que el gobierno de los USA guarda por ahi muchos secretos de este hombre.