Frida Kahlo al completo en el centenario de su nacimiento.
En pocos años, Frida Kahlo dejaba de ser «señora de» Diego Rivera para convertirse en una suerte de icono que, en México, es reproducido sobre casi cualquier superficie, como la Virgen de Guadalupe o Emiliano Zapata. Pero su legado artístico tal vez nunca acabó de lograr el reconocimiento y la trascendencia que probablemente merece.
El centenario de su nacimiento parece poner fin a esa laguna y este 2007 se ha visto y se verá jalonado con acontecimientos de todo tipo en tributo a su tarea pictórica.
Oficialmente, los actos en su honor empezarán el próximo día 13, cuando el presidente del país, Felipe Calderón, inaugure la muestra «Frida Kahlo 1907-2007: Un homenaje nacional», que permanecerá en cartel hasta el 19 de agosto. La exposición, la más grande y ambiciosa exhibida hasta la fecha, reúne más de 350 piezas: 65 óleos, 45 dibujos, 11 acuarelas y cinco grabados, además de cartas y fotografías. El Palacio de Bellas Artes de la capital mexicana consagra todas sus salas a esta colección.
El espléndido recinto modernista del centro del Distrito Federal alberga juntas por primera vez una docena de obras de los museos de San Francisco y Los Ángeles (EE.UU.) y de Nagoya (Japón), además de cuadros pertenecientes a colecciones particulares de Detroit y Miami. Junto a ellas se colgarán las 26 obras que permanecen en el Museo Dolores Olmedo, otras 11 de la colección Jacques y Natasha Gelman y las seis del Museo de Arte de Tlaxcala.
Es un hecho inédito que las pinturas que hoy están en manos de particulares vuelvan a la tierra donde fueron pintadas, ya que la obra de Kahlo y la de Rivera fueron declaradas por el Estado patrimonio artístico de la nación. Eso hizo que, durante décadas, los coleccionistas extranjeros temieran perder sus posesiones si las prestaban a México.
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