Comentarios culturales de un antiguo refugiado chileno de Valparaiso, ahora en Francia, Montpellier y como muchos otros, viviendo de milagritos...
Music is the Best, tal es su lema, aparentemente lo cree y aplica aqui :
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15 noviembre, 2006

Frisco Hitchcock



*Vértigo en San Francisco*

José María Martínez.



Cincuenta años después de rodarse Vértigo, la mítica película de Alfred Hitchcock, todavía se puede recorrer la ciudad de San Francisco siguiendo el itinerario que el director británico inmortalizó con su cámara.

Como los platós de cine, la ciudad de San Francisco puede desaparecer en cualquier momento. Situada en plena falla de San Andrés, en la que entrechocan las placas tectónicas del Pacífico y del norte de América, está siempre a la espera del terremoto que acabará con el lugar más vivo de la costa oeste de Estados Unidos. La cuenta atrás empezó hace una década: según los expertos, la falla provoca seísmos devastadores cada 140 años y el último ocurrió en 1857.

La bahía, las calles en tobogán, el puente Golden Gate, la prisión de Alcatraz han sido filmados una y otra vez como si fueran inmensos y fascinantes estudios cinematográficos. Alfred Hitchcock rodó allí y en los alrededores una decena de películas --Rebeca, La sombra de una duda, Psicosis, Los pájaros-- y sobre todo hizo de ella el escenario de Vértigo, obra maestra de la historia del cine. Vértigo es, en gran medida, un travelogue, una película que encierra el relato de un viaje en el que --ha escrito Eugenio Trías-- el pasado de los protagonistas es transferido al pasado de la ciudad. También el presente. Hitchcock lo hizo a conciencia, así que, para presentar el filme, recorrió con 125 periodistas los lugares en los que se rodaron los exteriores entre el 30 de septiembre y el 15 de octubre de 1957.

Cambios. Han pasado casi 50 años y San Francisco ha cambiado. Han desaparecido escenarios, otros se han transformado y algunos, como el campanario de la Misión de San Juan Bautista, nunca existieron, pues fueron decorados que el viejo Hitchcock montó en los estudios de la Paramount en Hollywood. Sin embargo, rastrear el itinerario que siguió la obsesiva pasión del ex policía Scottie por la misteriosa Madeleine resultará pasatiempo maravilloso para cinéfilos fetichistas y una buena forma de conocer la ciudad, porque monumentos, rincones, edificios y calles desfilan de la primera a la última secuencia.

Como Fort Point, primer asentamiento español que se encuentra a los pies del puente colgante más famoso del mundo, el Golden Gate. Madeleine se tiró desde allí al agua para fingir que acababa con su vida en una de las escenas más recordadas de la historia del cine, aunque bien es cierto que los suicidas de San Francisco prefieren los 80 metros de altura del puente: lo intentan unos siete al mes. En realidad, ni la deslumbrante Kim Novak --en la película era Madeleine y era Judy-- se sumergió en las heladoras aguas de la bahía, pues lo hizo un doble, ni el chapuzón se grabó allí, porque se escenificó en estudio. Hitchcock aprovechó para eliminar las rocas que bordean el océano y construir escaleras falsas que facilitaran la zambullida de James Stewart --el ex policía Scottie-- para salvarla. A pesar de ello, los amantes de la vida en San Francisco consideran poco recomendable imitar a una y otro: las rocas invitan a desnucarse, los remolinos arrastran hacia el Pacífico y los tiburones acechan.

Hay quien considera que el Palacio de la Legión de Honor --donde Madeleine iba a contemplar el retrato de su supuesta bisabuela Carlota Valdés-- es un buen museo, aunque los aficionados al arte habrán conocido muchos otros de mayor interés en casi cualquier sitio. Se creó en 1920, y exhibe moldes de esculturas de Rodin, algo de arte moderno y multitud de obras salidas de los talleres de maestros de verdad. Lo que merece la pena observar es el rostro de decepción de quienes preguntan a los vigilantes del museo por el retrato de Carlota, que según Dan Auiler --autor del imprescindible The making of a Hitchcock classic-- pintó John Ferren expresamente para la película y que desapareció hace tiempo.

Hitchcock prefería rodar en estudio, pero a cambio reconstruía de forma minuciosa lugares existentes. El restaurante Ernie's, donde Scottie verá a Madeleine por primera vez, era uno de los más famosos, y el cineasta lo reprodujo con tal detalle que hasta la comida de los extras formaba parte del menú habitual. También montó la librería Argosy inspirándose en otra auténtica llamada Argonaut, especializada en manuscritos antiguos sobre California que hoy se encuentra en el 786 de la calle Sutter, y cuyo interior todavía recuerda al erudito Pop Leibel contando la vida de Carlota Valdés.

Gran escena. Una de las escenas más memorables de la historia del cine ocurrió en el Hotel Empire, donde Scottie terminó de transformar a la dependienta Judy Barton en la fallecida Madeleine, una metamorfosis que
Hitchcock explicó a Truffaut en forma de paradoja: "Todos los esfuerzos de James Stewart para recrear a la mujer se presentan cinematográficamente como si intentara desnudarla en vez de vestirla". Para fascinación de cinéfilos, el Empire subsiste aún y es perfectamente reconocible en el 980 de la calle Sutter, aunque ahora se llame Hotel York. Cuando Judy se hospedaba en él era de medio pelo, pero fue rehabilitado poco después de la filmación de la película y los precios están hoy lejos de lo que ganan las empleadas de grandes almacenes. La habitación de Judy fue recreada por Hitchcock en los estudios inspirándose en la 501 y la 502. Todavía mantienen el parecido, y el avispado hostelero las ha bautizado como "Vertigo rooms".

Scottie vivía en el 900 de la calle Lombard, en una casa que aún existe y en cuyos muros hay un letrero digno del cineasta: "Se vigila a los delincuentes". En cambio, el viejo Hotel McKittrick, donde Madeleine se alojaba con el nombre de su bisabuela Carlota, era una mansión victoriana que se derribó un par de años después del rodaje. El lugar lo ocupan hoy las pistas de tenis de un anodino edificio de apartamentos.

Vértigo es también un profundo viaje al pasado hispánico de San Francisco, punteado por el ritmo de habanera que el irascible Bernard Herrmann introdujo como _leitmotiv_ en la magistral banda sonora. Madeleine visitaba la tumba de Carlota en el cementerio de la Misión Dolores, situada en pleno casco urbano en la esquina de las calles 16 y Dolores y cerca de Castro, el barrio _gay_. Se fundó en 1776 y fue una de las 21 misiones que el mallorquín fray Junípero Serra creó en California. Se encuentra igual en la actualidad, con sus refulgentes paredes blancas y el aspecto de un fantasmal edificio hispánico en tierras americanas, por algo es el monumento intacto más antiguo de la ciudad a pesar de que no está preparado para los seísmos. La sepultura de Carlota, que se mantuvo tras el rodaje de Vértigo, desapareció al cabo de un tiempo porque atraía más visitantes que la
propia misión.

Misión. Será en otra antigua misión española, la de San Juan Bautista, donde se desplomará por dos veces el amor de Scottie al simular Madeleine tirarse desde la torre de la iglesia y caer Judy desde ella al vacío en el final de la película. La Misión de San Juan Bautista está a unos 150 kilómetros al sur de San Francisco.

Permanece casi igual no sólo a como se muestra en Vértigo, sino a como era un siglo antes: la iglesia --la más grande de todas las misiones--, las arcadas, el césped de la plaza, y sin la alta torre que nunca existió. Tiene enfrente otros dos edificios intocados que el espectador reconocerá de inmediato. Los antiguos establos con carruajes y caballos de plástico que en su momento fueron reales, pues San Juan Bautista era lugar de descanso obligado para quienes hacían la ruta de Los Ángeles a San Francisco, y el Plaza Hall, viejo salón de baile en el que se celebrará el juicio tras el falso suicidio de Madeleine. Para quienes aman lo siniestro, la misión ofrece una plácida vista de la falla de San Andrés.

Muchas más imágenes asaltarán al visitante. Los apartamentos Brocklebank en los que vivía Madeleine, las cercanías de Union Square donde Judy Barton surgirá como una aparición, calles y más calles que el ex policía recorrerá en busca del fantasma del amor y hasta los tejados que provocarán el "Mac Guffin" --el pretexto argumental--, la acrofobia de Scottie.

Gavin Elster, espoleta de una trágica trama para deshacerse de su mujer, la auténtica Madeleine, huirá tras decirle al antiguo policía: "San Francisco ha cambiado. Las cosas que me encantan están desapareciendo rápidamente". Éste es también el vértigo que, a prueba de terremotos, Alfred Hitchcock retuvo para siempre.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Excelente post.