Comentarios culturales de un antiguo refugiado chileno de Valparaiso, ahora en Francia, Montpellier y como muchos otros, viviendo de milagritos...
Music is the Best, tal es su lema, aparentemente lo cree y aplica aqui :
* Spanish * French

04 marzo, 2006

Mogwai y la bestia

Pop -

Mogwai, el día de la bestia

Por Jesús Lillo, ABC, España.

Casi una década después de su debut, Mogwai sigue inquietando, ahora con Mr. Beast, álbum de estudio y castillo que el próximo lunes edita Pias. De forma paulatina y a lo largo de los últimos años, la banda escocesa -de nuevo impecable, otra vez implacable- ha ido prescindiendo de las sesudas series minimales con que se dio a conocer para concentrar su genio, a veces muy malo, en secuencias musicales cada vez más breves. Mogwai se acerca a la canción, pero sin dejar de meter miedo y distorsión en un catálogo que sigue sobrecogiendo, ahora con una heterogénea colección de piezas en la que caben melodías firmadas por Craig Armstrong o violentos ejercicios de «hardcore». Mientras el quinteto completa la banda sonora de un largometraje dedicado a Zinedine Zidane, Dominic Aitchison (bajo) y Martin Bulloch (batería) comentan a ABCD los detalles de su nuevo trabajo, grabado meticulosamente en el Castle of Doom, su propio y flamante estudio.

«Disponer de nuestro propio estudio nos ha permitido trabajar más despacio, pero también nos ha llevado a obsesionarnos con los arreglos de cada canción, repitiendo y regrabando de forma compulsiva... Podríamos haber seguido así hasta el infinito, pero la casa de discos nos metió presión y nos dio una semana de plazo para terminar el álbum. Si no llega a ser por ese ultimátum, creo que estaríamos todavía en nuestro castillo, dándole vueltas al desenlace de Glasgow Mega Snake o de la canción que hemos elegido como sencillo de adelanto, Friend of the Night, señala Aitchison.

Sin emociones. Los cambios formales que se aprecian en Mr. Beast, cuyo sonido define el piano, no han rebajado la capacidad de Mogwai para provocar al oyente. «Nunca -comenta Bulloch- hemos tratado de transmitir emociones con nuestra música. Al ser instrumental, cada uno le pone su propia letra y se fija en lo que le llama la atención. Nuestra obra es muy técnica e intensa, eso es indudable, pero no buscamos ninguna emoción en particular. Eso corre a cuenta de quien la escucha».

«En este disco -apunta Aitchison- quizás hayamos usado estructuras más estandarizadas, pero el pop, si no previsible, es muy reiterativo: estrofa, estribillo y vuelta a empezar, algo que no solemos hacer porque no nos interesa. Pero en Mr. Beast, de forma no premeditada, se han dado algunos de esos parámetros sin que nos hayamos dado cuenta... Lo percibimos después de haberlo grabado, fue sin querer».

¿Quizá como resultado de retocar tanto las canciones y de sofocar su carga instintiva? «En discos anteriores -sigue el bajista de Mogwai- íbamos más al grano porque desde el principio teníamos las ideas más claras. Ahora hemos ido desarrollando estructuras individuales: cada canción tiene su propia historia, aunque haya ideas que se repitan, como el piano que suena en casi todo el disco... Creo que era por nuestra voluntad de evolucionar y de explorar otros caminos. Esperamos no habernos equivocado».

Más melódicos. ¿No les resulta difícil seguir siendo Mogwai con una apuesta cada vez más melódica y menos ruidista? «No nos consideramos una banda ruidosa: creo que siempre hemos sido melódicos, aunque en el proceso de grabación se nos fuera la cabeza en alguna ocasión... A pesar de que en discos anteriores ya había pianos, las estructuras musicales son ahora más complejas, y también los arreglos. Las cosas están más ordenadas y quizá por eso se aprecie menos ruido, pero siempre hemos sido una banda melódica... Eso sí, quizá las melodías no fueran tan obvias como en Mr. Beast», responde Martin Bulloch.

Cómo ejemplares de una especie en vías de extinción, aquella generación de «post-rockers» de la década pasada, Mogwai sobrevive sin referentes, sin posibilidad de medir su obra con bandas similares. «Si compitiéramos con alguna banda, perderíamos, estoy convencido, porque no nos fijamos en lo que sucede a nuestro alrededor. Siempre hemos estado más interesados en satisfacernos a nosotros mismos que compararnos con las bandas de nuestro entorno. Toda la motivación que necesitamos es que haya gente ahí fuera interesada en el grupo, y todavía la hay, incluso procedente de generaciones nuevas. Lo único importante es no perder la partida con nosotros mismos», concluye Aitchison.

No hay comentarios.: